Queda clara la importancia de la educación infantil.
El inculcar unas ideas en los inicios de nuestro conocimiento, unas ideas que
seguramente sean de las más relevantes en la formación de nuestros futuros
valores que serán los principios de nuestra adultez.
¿Como se espera que un niño nigeriano aspire a
realizar algo de la cómoda vida de un niño francés?
Se pierde la esencia del propio libro infantil, que
es la de estimular al niño y conducirlo por el camino adecuado. Y dudo que ese
niño tan pequeño y con recursos limitados, camine próximamente por la campiña
gala que aparece en el libro, o deguste las delicadas comidas y bebidas que se
relatan.
Se les esta enseñando entonces, que ellos jamás
podrán ser como esos protagonistas de cuento.
Chimamanda Adichie empezó así a escribir sus primeros
libros, basados en historias de personajes extranjeros, hasta que por suerte,
encontró a otros novelistas africanos. Consiguiendo entonces cambiar sus ideas
de la infancia, y empezar con libros de personajes africanos.
Hay que admirar la imaginación de John Locke, pero lo
importante es que representa el comienzo de una traición de historias sobre
africanos en Occidente, donde el África Subsahariana es lugar de negativos, de
diferencia, de oscuridad, de personas que, como dijo el gran poeta Rudyard
Kiplins son “mitad demonios, mitad niños” .
Al igual que nuestros mundos económicos y políticos,
las historias también se definen por el principio de nkali. Cómo se cuentan,
quién las cuenta, cuándo se cuentan, cuántas historias son contadas en verdad
dependen del poder. El poder es la capacidad no sólo de contar la historia del
otro, sino de hacer que esa sea la historia definitiva.
La única historia crea estereotipos y el problema de
los estereotipos no es que sean falsos sino que son incompletos. Hacen de una
sola historia la única.
Es cierto que África es un continente lleno de
catástrofes, pero también hay historias que no son catástrofes y es igual de
importante hablar sobre ellas.
Siempre he pensado que es bueno compenetrarse con un
lugar o una persona, sin entender todas las historias de ese lugar o esa
persona.
Las historias importan, muchas historias importan. Las historias se han
usado para despojar y calumniar, pero las historias también pueden dar poder y
humanizar.
Cuando rechazamos la historia única, cuando nos damos
cuenta de que nunca hay una sola historia sobre ningún lugar, recuperamos una
suerte de paraíso.